CONSTRUIR O REPRODUCIR CONOCIMIENTOS


LA PREGUNTA GENERADORA DE CONOCIMIENTO VS. LA PREGUNTA MOTOR DEL ABURRIMIENTO

Construir

- Docente: Buen día estudiantes, el tema de hoy es la Revolución Francesa. La revolución fue un proceso social y político iniciado en Francia. Las nuevas ideas del pensamiento ilustrado enfrentaron a las monarquías en el mundo. Bajo los lemas de libertad, igualdad y fraternidad, se organizaron campesinos y burgueses para dar el golpe final al antiguo régimen. La toma de la Bastilla en 1789 es un acontecimiento de tal importancia que marca el inicio de la edad contemporánea. Nacían así, las nuevas repúblicas.
- Estudiante: Profe, ¿qué es la Bastilla?
- Docente: Es lo que vamos a aprender ahora. Estudiantes abran su carpeta y copien: Trabajo Práctica. Punto uno. Leer el texto de la página 167 y 168 del manual titulado “La Revolución Francesa”. Punto dos. ¿ Quienes eran los burgueses?. Punto tres. ¿Qué era la ilustración?¿Que pensaban? Desarrolla. Punto cuatro. ¿Por qué tomaron la Bastilla?. Explica. Punto Cinco…. Punto Seis… Punto Siete… Punto ocho… Punto nueve… etc.


    La educación pública, es una consecuencia de aquellas ideas y sueños de libertad. Pero ha demorado más de un siglo en popularizarse, desde aquella revolución. La ampliación del derecho a la educación y la creación de escuelas acompañó el desarrollo de las repúblicas incipientes. Por aquellas épocas, la clase dirigente pensaba formas de educar a las masas y garantizar por ese medio la distribución de valores y patrones culturales indispensables para el sostenimiento del nuevo orden. La escuela y su característico estilo arquitectónico era la propuesta de las elites para educar a grandes cantidades de niños y niñas en un mismo espacio. Una educación, sistemática, homogénea y planificada por grados o años, iba a ser la solución para “instruir” a ciudadanos y ciudadanas en las competencias necesarias para el desarrollo de las sociedades modernas. Por aquellas épocas, la información era un bien escaso y de difícil acceso. Si bien la imprenta de Gutenberg, en la segunda mitad del siglo XV, permitió que los costos de fabricación de libros se redujera sustancialmente, lo cierto es que no eran instrumentos de fácil acceso, ni mucho menos económicos para la media. En su momento los libros significaron una revolución tecnológica y como sucede hoy en día con las nuevas tecnologías, no todas y todos tienen las mismas posibilidades de acceso. Por lo tanto, es importante comprender que una vez independizados los nuevos Estados, inspirados en los ideales de la Revolución Francesa, iba a ser necesario un proceso de transformación social y político en donde la educación necesariamente tendría un rol protagónico y central. El conocimiento y la información eran bienes que solamente podían ser adquiridos a través de libros, y las escuelas y bibliotecas públicas eran los lugares por excelencia para el encuentro con el saber. La ciencia positivista iba a sentar las bases de una nueva propuesta y estrategia pedagógica para educar a miles de personas con el menor esfuerzo y hacer uso, de ser necesario, de la violencia física para “corregir” conductas que se consideren “inapropiadas” para el nuevo orden.

    Entre tantas metodologías vamos a centrarnos en una puntual: La guía de estudio o trabajo práctico. Palabras más, palabras menos, el diálogo introductorio entre un docente y su estudiante intenta reflejar lo que sucede en una clase “tradicional”. La referencia a lo “tradicional” en este contexto indica que guarda parecido con las viejas estructuras o esquemas pedagógicos que aún hoy en día prevalecen en el desarrollo de una clase. Una estrategia anticuada para nuestros tiempos ya que los centros de acceso a la información han cambiado con la expansión de las redes de información. La escuela y las bibliotecas ya no detentan el monopolio del saber, por lo tanto, el conocimiento enciclopedista y/o memorístico tiene poco sentido hoy en día.

    En sus primeros intentos, los sistemas educativos en general, implementaron sus modelos basados en las ideas y concepciones de la época: el aprendizaje debía ser conducido. Los principales exponentes del conductismo fueron John B. Watson y Iván Pávlov. Ambos han estudiado la psiquis y realizado experimentos que concluyen en la idea de que el estímulo y la respuesta son hechos inseparables que garantizan el aprendizaje. Una idea que coloca al receptor o estudiante en una situación pasiva, esperando un estímulo para que surja una respuesta. La formación de docentes iba a estar impregnada de esas ideas que forman parte del ADN de los sistemas educativos. Quizás por ello, es de tan difícil erradicación en nuestros tiempos, ya que habiendo nuevas ideas y nuevos modelos, romper el paradigma tradicional no resulta nada fácil.
    Caracterizado por una marcada asimetría en la distribución del poder y un fuerte control pedagógico en el aula, este tipo de modelos se centra en una relación pedagógica que puede describirse así: El docente es el que formula las preguntas y el estudiante se limita a responder. Docente pregunta, alumno responde. Un método eficiente para el siglo XIX, incluso fines del XX pero caducado con la irrupción de las nuevas tecnologías en la actualidad.
    Los primeros teóricos que iban a entrar en conflicto con el conductismo fueron Jean Piaget y Lev Vigotsky. Planteaban la necesidad de revisar las metodologías en el aula, ya que compartían la idea de que el conocimiento era algo que se construía y que ese proceso de construcción colocaba al estudiante en un rol significativamente diferente al que proponían sus contemporáneos conductistas. Uno de los principales descubrimientos fue el reconocimiento de la importancia de los saberes previos sobre los cuales debían construirse el andamiaje de nuevos saberes.

    Cuando hablamos de “reproducción” de conocimiento nos referimos a formas y metodologías que en la huella del hacer pedagógico cotidiano, no dejan evidencia de nuevos saberes. Las guías de estudios o trabajos prácticos buscan respuestas que ya están descritas en los textos. El contenido que antes estaba en el libro, ahora se encuentra en la carpeta o trabajo del estudiante sin apelar a la reflexión crítica y constructiva de un nuevo saber. Tener conciencia de ese proceso metodológico no es nada fácil para un docente que ha sido educado y formado en los viejos paradigmas. El educador pregunta y el estudiante responde muchas veces copiando respuestas de manera casi textual. Es por ello que el conocimiento se "reproduce". Lo que estaba escrito en un libro, ahora se reproduce en el conjunto de la clase. Lo que estaba escrito, con matices, se reproduce en el mejor de los casos como un virus en el aula. Nada descubierto, nada nuevo. Nada que llame la atención a estudiantes, nada que se presente como un desafío. Una práctica que se repite en el sistema y que aburre a cualquier estudiante.


EN EL AULA

    Para construir conocimientos quizás sea necesario empezar a probar otras dinámicas. Ya lo expresaba Einstein “Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Por lo tanto repensar el sentido de la pregunta es una manera de comenzar a deconstruir este viejo dispositivo pedagógico, que hoy más que nunca demanda un "update".

    La pregunta no es necesariamente algo malo, la relación de poder y control pedagógico que se genera en torno a ella, sí lo es. Por lo tanto es necesario democratizar y reformular el modelo. 
    Una propuesta interesante para cambiar el enfoque es la inversión de roles. En dinámicas de grupo, la inversión de roles permite entender el dispositivo pedagógico desde una perspectiva diferente.

    Si bien es cierto que las ideas conductistas surgen junto al positivismo, también es real que por aquellas épocas ya existían grandes referentes de la pedagogía como Simón Rodríguez que había percibido que lo importante era incentivar que las preguntas sean formuladas por los y las estudiantes.

“Enseñen a los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los estúpidos” Simón Rodriguez

     Construir una cuestión o formular una pregunta es un ejercicio mucho más complejo y creativo. Coloca al estudiante en una situación activa, reflexiva y crítica sobre el objeto de conocimiento. Carl Sagan, uno de los científicos más grandes de todos los tiempos, de reconocido prestigio por su contribución con la divulgación del conocimiento, realizó una observación significativa sobre la importancia de preguntarnos y formular preguntas:

“Entonces, los estudiantes se quejan sobre la pertinencia de lo que se les explica; disminuye el respeto por sus mayores. Los profesores se desesperan ante el deterioro de los niveles educativos y lo caprichosos que se han vuelto los estudiantes. En un mundo en transición, estudiantes y profesores necesitan enseñarse a sí mismos una habilidad esencial: aprender a aprender.

Excepto para los niños (que no saben lo suficiente como para dejar de hacer las preguntas importantes), pocos de nosotros dedicamos mucho tiempo a preguntarnos por qué la naturaleza es como es; de dónde viene el cosmos, o si siempre ha estado allí; si un día el tiempo irá hacia atrás y los efectos precederán a las causas, o si hay límites definitivos a lo que deben saber los humanos. Incluso hay niños, y he conocido algunos, que quieren saber cómo es un agujero negro, cuál es el pedazo más pequeño de materia, por qué recordamos el pasado y no el futuro, y por qué existe un universo.” Carl Sagan*

    El enfoque metodológico y el modelo de construcción del conocimiento científico ha estado siempre visible. Incluso los primeros arquitectos del conocimiento lo sabían. Desde las civilizaciones más antiguas, pasando por las escuelas griegas, hasta el pensamiento moderno. Es la ciencia el motor de las transformaciones de cada Era. Entonces, si la escuela es el lugar de construcción del conocimiento y saber científico, es poco razonable que el error ante una pregunta sea castigado con una calificación negativa. Ya que la ciencia avanza a base de ensayo y error. El error es parte necesaria del modelo de aprendizaje de las ciencias. Aunque sabemos lo que sucede cuando un estudiante responde mal a una pregunta...

    La pregunta sin respuesta resulta más atractiva que una pregunta de la cual la respuesta ya es sabida de antemano. En el sentido de la inversión de roles, la relación pedagógica se transforma y se resignifica Ahora la pregunta creativa se puede transformar en hipótesis, y que la misma nos guíe a pensar otros interrogantes. Desde este enfoque metodológico, la investigación educativa se adapta mejor al modelo de construcción de conocimiento científico. La pregunta se transforma en insumo de investigación. La elaboración de las mismas es un ejercicio creativo que permite al estudiante apropiarse del objeto de estudio. El docente, propone ejes, organiza, orienta, acompaña, Los estudiantes desarrollan hipótesis, cuestiones, relevan datos, investigan, formulan teorías. 

    Esto nos invita a pensar entonces: ¿Qué es más importante en el proceso de aprender?El eje de la práctica pedagógica en los modelos tradicionales se centra en el aprendizaje de un contenido determinado previamente. El contenido es lo importante a aprender según la vieja escuela. Pero si el aprendizaje de ese contenido viene acompañado de una mala experiencia pedagógica va a ser muy difícil que lo verdaderamente importante impacte significativamente en la vida de las y los adolescentes. Por eso es mejor priorizar buenas experiencias con el conocimiento que una mala experiencia vacía de aprendizaje.

    En los sistemas educativos más modernos como el Finlandés o las escuelas Waldorf y Montessori han sabido comprender que una menor exigencia produce mayores rendimientos. Como así también garantizar un entorno afectivo y empático en el aula. Mucho más teniendo en cuenta a adolescentes que se encuentran en un momento evolutivo de "revoluciones" internas y cambios. Tener presente esa cuestión cuando se trabaja con adolescentes es igual de importante, como entender que no todos y todas aprenden al mismo tiempo y en el mismo momento.

    Pensemos en el futuro. ¿Cómo nos imaginamos que aprenderemos?¿Seguirá siendo igual que ahora, o ya fue igual por demasiado tiempo?¿Seguirá él docente en su escritorio delante de sus alumnos? ¿Seguirán calificando a estudiantes con escalas numéricas?¿ Se seguirá castigando el error? ¿Alguien sabe cuántas preguntas responde un estudiante a lo largo de su carrera?

    Desde esta perspectiva, el contenido es la excusa para despertar el interés por un nuevo conocimiento. Un ejercicio dinámico y activo que propone revalorizar la pregunta como motor de conocimiento. Incluso, sin llegar a ser necesario planificar una investigación, puede resultar mucho más desafiante proponer al estudiante que formule “X” cantidad de preguntas a partir de la lectura de un texto, que responder cuestiones preformateadas. Este esquema de trabajo es muy interesante en grupos. Imaginemos veinte adolescentes creando preguntas a partir de un texto. Con un mínimo de tres preguntas creadas por cada estudiante tendríamos una rica fuente de insumos. Sesenta preguntas para compartir y debatir en el aula.

    Las preguntas, originadas como ejercicio creativo, ponen en juego habilidades cognitivas y alimentan el espíritu reflexivo y crítico. Es hora de poner en juego otras habilidades en el aula. Permitirnos errar para aprender y encontrar nuevos caminos.


*Carl Sagan, A Demon Haunted World; Science as a Candle in the Dark. Trad. Dolores Udina. Cap. 19, Planeta, Santafé de Bogotá, 1997