EN EL CENTRO DE LAS TENSIONES DEL CAMBIO DE PARADIGMA EDUCATIVO

    
    

    Las instituciones educativas vienen atravesando profundos cambios y son objeto de fuertes tensiones sociales y políticas. Nos encontramos en un momento de transición y transformación del viejo paradigma, caracterizado por la visión tutelar que los estados tenían sobre los y las menores; y un nuevo enfoque filosófico, político y normativo que considera a los y las adolescentes parte de la ciudadanía y sujetos plenos de derecho.

    En el ámbito escolar los antagonismos se perciben cotidianamente. Por una lado las viejas tradiciones de sesgo marcadamente autoritario y conductista. Siendo el eje de las relaciones y vínculos el culto del “respeto a la autoridad”. Una autoridad que no permite cuestionamientos y somete al conjunto del sistema a la obediencia ciega de normas y reglas.

    En extremo opuesto coexisten nuevas formas de pensar y repensar la escuela, La igualdad de derechos se traduce a relaciones horizontales entre pares, siendo estudiantes y docentes corresponsables en la tarea de garantizar el desarrollo de una cultura basada en los valores y principios democráticos.

    En el campo de las ciencias de la educación es muy común hablar de “autoridad pedagógica” un concepto ampliamente desarrollado en los marcos normativos pero que en la práctica muchas veces se diluye en un solo término: “autoridad”. Quizás los valores y patrones culturales sobre los cuales hemos cimentado las sociedades modernas se ven interpelados por los nuevos paradigmas que amenazan el orden establecido. Quizás nos encontramos en una zona de confort que no ciega ante nuevos esquemas y nuevas posibilidades de pensar la organización de un sistema institucional y social que permita el desarrollo integral de las personas.

    Si nos situamos en la escuela, podemos decir que, es esa matriz autoritaria la que destruye y como mínimo obstaculiza toda posibilidad de vínculos de aprendizajes integrales. Es quizás, la relación oprimido/opresor que señalaba Paulo Freire. Un entramado relacional que se replica en el sistema y que se hace visible en la construcción de malos vínculos en los diferentes niveles: inspección → dirección → docencia → estudiantes.

    El cuestionamiento a la autoridad en el ámbito escolar no es nada nuevo y si indagamos un poco, no es para nada raro encontrarnos con argumentaciones en donde el estudiante no se siente comprendido o se siente a veces víctima de alguna injusticia.

    Que la naturaleza disruptiva de los y las más jóvenes es revelarse ante las injusticias, tampoco es nada nuevo. No podemos pedir al conjunto que se adapte de manera homogénea a lo normado, ya que la transgresión de las normas, también es un proceso natural que somete constantemente a la reflexión y a la ampliación de nuevos derechos. Si no fuera así, si sucediera lo contrario seguiríamos viviendo con las leyes de la edad media. Por suerte ese orden fue cuestionado y es la razón y la crítica la principal fuente de las revoluciones o grandes cambios.

    La autoridad pedagógica en el sentido tradicional tambalea ante un nuevo conjunto de derechos. La “autoridad” debe saber escuchar, debe tener en cuenta la opiniones de los y las menores y velar por el principio de "interés superior". Un concepto tan amplio y difícil de comprender para las naciones que el Comité por los Derechos del Niño se vió en la necesidad de trabajar durante varios años en un documento denominado "Observación General Nº14 Sobre el interés superior del niño". que explica a los estados como debe interpretarse ese concepto jurídico, filosófico y político.

    Los nuevos marcos normativos nos dejan pistas para proceder ante conflictos de interés entre el mundo adulto y el mundo adolescente. Nos encontramos en un momento de promoción y consolidación de las nuevas leyes de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes que continúan el espíritu de los convenios internacionales. Si bien el proceso de adaptación y transición ha durado décadas, queda mucho por hacer para que las prácticas institucionales sean permeables a ese cambio y permitan que el proceso de mejora avance hacia nuevos esquemas de participación y construcción de consensos en el ámbito educativo.

    Quizás es el momento de invertir la vieja acepción o paradigma que se centra en la idea de un orden fundado en el “respeto de la autoridad” por un nuevo esquema relacional en donde el respeto sea el principio ordenador y la autoridad se identifique más con el sentido de responsabilidad y corresponsabilidad. En los marcos normativos la cosmovisión del horizonte hacia donde debe avanzar el sistema es bastante clara, pero lo formal no siempre acompaña lo real y es por ello que en momentos de transición las tensiones son más fuertes. El diálogo, la escucha, la tolerancia, el respeto, la diversidad, la igualdad, son principios que ordenan el cambio y están presentes en muchas leyes y mucho más en las específicas del ámbito educativo. Un nuevo pacto social es necesario, en donde la escuela sea el lugar por excelencia para comenzar a discutir nuevas formas de organización social y política. Mientras tanto no hay que disimular las tensiones, ni esconder bajo la alfombra aquello que no funciona. Son momentos de cambios... aunque incomoden :D.

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